por Miguel Angel Marín Miró por el ojo de la cerradura. Fernando había escuchado un ruido sospechoso. Al principio no vio nada. Luego, cuando se acostumbró a la oscuridad, distinguió dos figuras. Eran sus hijos, Álvaro y Pablo. Estaban sentados en una mesa consultando unos papeles. - Vaya caos. Aquí está lo del BBVA. ¿Has encontrado lo de Ibercaja? - No. Pero sí unas acciones de telefónica. Y los papeles de un seguro dental. - Pues yo, la escritura de la casa de la playa. - ¿Cuánto crees que habrá? - No sé. Espero que en total más de dos kilos. Fernando se apartó un momento de la cerradura porque le lloraban los ojos. Se los restregó y volvió a mirar. Todo negro otra vez. Poco a poco se ...
Relatos de los cursos de Escritura Creativa del C.C. Teodoro Sanchez Punter y de la Sala 2 del C.C. Salvador Allende