El tren de las 14.50 Escena primera Coche seis, asiento siete A. Compruebas tu billete en el móvil mientras arrastras presurosa tu maleta por el andén. Has tenido que correr por el vestíbulo de la estación de Santa Justa para llegar justo antes de que se cerrara el acceso a la vía y tu respiración es todavía jadeante. Colocas tu maleta en el portaequipajes y te desplomas en tu sitio, después de dirigirle una sonrisa de disculpa a la persona que se sienta a tu lado, que se ha tenido que levantar para cederte el paso. Es un hombre de unos sesenta y tantos, de aspecto impecable y gesto adusto. Apenas ha levantado la vista del periódico en cuya lectura está sumergido. Casi agradeces su mutismo y no tener que entablar una conversación con él. Prefieres poder sumirte...
Relatos de los cursos de Escritura Creativa del C.C. Teodoro Sanchez Punter y de la Sala 2 del C.C. Salvador Allende