Retiras las sábanas que todavía conservan el apresto y el olor a limpio de cuando las cambiaste esta mañana. Abandonas la cama una vez más y deambulas por la casa a oscuras, alumbrada apenas por el reflejo de las farolas de la calle que se filtra a través de las cortinas. Tampoco necesitas más luz. Conoces perfectamente, incluso con los ojos cerrados, los pasos que te llevarán desde el dormitorio hasta la cocina. Una vez allí abres, como de costumbre, la puerta de la nevera. El destello te ciega por un instante. Dudas entre un bombón de la caja que te regalaron por tu santo o la tableta de chocolate negro, ochenta y cinco por ciento de cacao. Optas por esta última y te partes una onza. Dejas que el chocolate se funda en tu boca y lo saboreas con deleite. Llenas un vaso con agua helada pero, antes de beberla, lo apoyas en la frente y las mejillas. El frío te...
Relatos de los cursos de Escritura Creativa del C.C. Teodoro Sanchez Punter y de la Sala 2 del C.C. Salvador Allende