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Mostrando entradas de abril, 2021

Homenaje a un amigo fiel

  Homenaje a un amigo fiel “Apaga ya la luz, que es muy tarde”. Esa cantinela se repetía cada noche cuando, arrebujada entre las sábanas, me daban las tantas devorando el libro que llevaba entre manos. Para evitar oírla y para que a mí no me devoraran los mosquitos, en verano me cubría hasta la cabeza y leía a la luz de una linterna. A los cinco años aprendí a leer, pero no sé exactamente cuándo comenzó mi afición a la lectura. Los primeros libros que recuerdo y que aún conservo, son dos pequeños tomos que mi madre   había hecho encuadernar con los cuadernillos de la colección “Marujita” que ella se compraba cuando era pequeña por veinte céntimos. Eran historias de hadas, duendes, gnomos y   brujas, que yo leía una y otra vez hasta aprenderlos casi de memoria. Después vendrían los libros de “Los Cinco” de Enid Blyton o los de Celia de Elena Fortún, entre otros. También los tebeos, con La familia Ulises, mi favorita, Mortadelo y Filemón o Zipi y Zape. En casa había...

Proyecto Ambrosía II

 Por Miguel Angel Marín Adelaida Marco estaba entusiasmado con su nueva bicicleta. Se trataba de una Taurus CF-7000 Trial, de color rojo brillante y blanco, preciosa, que le habían regalado sus padres por su cumpleaños. Por fin podría competir en igualdad de condiciones con los chicos de su pandilla. Estaba ansioso por estrenarla. En cuanto pudo desembarazarse de la comida familiar preparada en su honor se subió a su nueva montura y fue a buscar a sus amigos. Primero fue a buscar a Luca “el bola”, que era el que vivía más cerca. Era un chaval mofletudo y sonrosado con algunos kilos de más, risueño y bromista. Juntos partieron en busca de Jack “Flemus”, un muchacho alto y pelirrojo de cara inexpresiva y ademanes contenidos. Luego recogieron a Perry “Kunta”, un muchacho negro, nervudo y fibroso que siempre sonreía con grandes dientes blancos. Reunida la cuadrilla bajaron hasta las afueras de la ciudad a un solar plagado de montículos de tierra, rampas, socavones y gravilla donde ...

Las llaves

                                                                  Las llaves de la libertad -                  -   Toma Irene. Aquí tienes un llavero con las llaves de casa. Ya tienes edad para no tener  que llamar  al timbre ni depender de que haya alguien para entrar o salir cuando quieras. Irene no recuerda el momento exacto en el que su madre le dijo aquellas palabras al tiempo que le entregaba un llavero plateado con su inicial del que pendían tres llaves: la del portal, la del resbalón y la del cerrojo, ah y una pequeñita del buzón. Pero sí tiene muy presente que las llaves siempre ...

Andanzas de unos zapatos rojos

                     Andanzas de unos zapatos rojos Desde niña, Berta siempre había sentido una especial fascinación por los zapatos. Quizás le influyó una fotografía del álbum familiar en la que aparecía su madre, de unos seis o siete años, sentada muy erguida sobre una banqueta y peinada con tirabuzones. En la foto, de tonos sepia, llamaban poderosamente la atención, además de sus enormes y expresivos ojos, los zapatos, trenzados en rojo y blanco y con trabilla, que ella lucía orgullosa con los pies ligeramente cruzados. Su madre le había contado que aquellos zapatos fueron motivo de un sonado escándalo en la familia porque habían costado la exorbitante cantidad de veinticinco pesetas de la época. La fotografía se la habían hecho para presentarla a un concurso de belleza infantil, que finalmente había ganado un niño gordinflón y mofletudo. Volviendo a la historia de Berta, paseaba un día por un céntrico pasaje de la ciudad cua...