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Mostrando entradas de febrero, 2019

Convalecencia

Convalecencia. Zaragoza, Enero 2019 Me dijiste que vendrías al hospital.   Y el lunes, cuando ya estaba esperando la visita del médico para darme el alta, me llamaste por teléfono: -           ¡Hola! ¿Dónde estás?-preguntaste. -           En el hospital aún.   A ver si viene el médico.   Creo que hoy me mandan a casa. -           Voy ahora, en un cuarto de hora estoy ahí. ¿Número de habitación? -           307. -           Venga, ahora nos vemos.   -           Chao- Me despedí. Estaba sentada en la cama, reservando fuerzas para el resto del día, en camisón.   Solo me dio tiempo a lavarme la cara y los dientes en una palangana cuando llamaron a la puerta. -   ...

¿Dónde te metes?

Por Eva Fernández Pequeñas nubes blancas de algodón surcaban el cielo veloces.   Darío Mendoza se dispuso a subir la escalerilla del avión. Tres personas más atrás en la fila el inspector Alcázar lo observaba discretamente preguntándose por qué demonios tenía que ir él a Suiza habiendo tantos jóvenes entusiastas en la Unidad Central de Investigación a los que les hubiera encantado hacer un viajecito. Darío también detestaba volar.   El estómago se le subía a la garganta, le sudaban las manos y le pitaban los oídos.   Además tenía la sensación de que le seguían. Arturo Alcázar se sentó dos filas más atrás que Mendoza, al otro lado del pasillo, desde dónde le vigilaba discretamente, aunque sólo veía la cabeza del sospechoso y su mano derecha aferrándose al brazo del asiento como si fuera un salvavidas. Marta Ortega observó de reojo a su compañero de asiento y sonrió pensando que todo el mundo tiene sus debilidades, a pesar de la pinta de tipo duro que tenía. - ...

Atrapado

por Miguel Angel Marín Tanto por hacer…La revolución necesita del esfuerzo de todos. Yusuf, Ibrahim y yo formamos un buen equipo. Yusuf se encarga de vigilar el movimiento de los soldados. Hay que tenerlos siempre localizados para adelantarnos a sus incursiones. Saber si tenemos que abandonar alguna posición o podemos pillarlos en emboscada. Golpear y huir, golpear y huir, es nuestra única forma de combatir al enemigo. Ante un ejército infinitamente más poderoso no cabe otra opción. Ibrahim, el más empático de los tres, se dedica a repartir munición y consignas, hablar con los combatientes, elevarles la moral. Yo me ocupo de la coordinación con los superiores y la transmisión de las órdenes. Llevamos tres días sin dormir y sin apenas comer. Estamos exhaustos. Tenemos los ojos hundidos y profundas ojeras moradas. Hemos perdido bastante peso. Todavía más. Pero, extrañamente, nos sentimos alegres, orgullosos de nuestra labor, dominados por una especie de fiebre revolucionar...

El anillo

por Miguel Angel Marín El anfiteatro está a rebosar. La plebe aúlla de placer. Es la lucha de gladiadores. No sé cómo puede gustarles. A mí me dan arcadas. Ese espectáculo atroz lleno de sangre y violencia en el que unos pobres esclavos, hombres jóvenes y fuertes, se destrozan para divertir al populacho. El hedor de la sangre y del sudor de cuerpos mal lavados lo inunda todo. Tengo la obligación de venir al ser esposa de un senador de Roma, pero detesto estos juegos. Julia, mi prima y esposa de otro senador, que está sentada a mi lado, opina lo mismo que yo. Lo veo en sus ojos aterrados. Intento abstraerme de tanta barbarie. Contemplo el anillo que me ha regalado Tiberio. Se trata de una piedra de lapislázuli engarzada en plata. Hoy lo estreno. Creo que proviene de Egipto. ---------------------------------------------------------------------------------------- Los chicos se están haciendo mayores. Pronto ya no nos necesitarán ni a Felipe ni a mí. Ay Felipe, quién te ...

Otro final de "Aquella cama en Creta"

por Miguel Angel Marín Aquel hombre fuerte me llevó a su casa. Me cuidó con esmero durante meses. No sé por qué. Poco a poco fui mejorando. Cuando pude incorporarme me consiguió una muleta y me ayudó a levantarme. Una tarde fuimos al hospital y nos hicieron una foto. Yo todavía estaba débil y pálido. Hacíamos una extraña pareja aquel hombre moreno y fuerte y yo. No hablábamos una palabra, para qué, si no nos íbamos a entender. Ese mismo día, al llegar a casa, me enseñó una fotografía de un adolescente moreno. Se le arrasaron los ojos. Imaginé que sería su hijo y que algo malo le había pasado. Pocos días después me hizo levantar de madrugada. Me llevó hasta una casa a las afueras del pueblo. Nos esperaban unos campesinos amigos suyos. Me dio una bolsa con algo de comida. Me abrazó. Me indicaron por señas que me ocultara bajo el heno de una carreta. Me llevaron a un puerto. Después, me escondieron en un barco de pescadores. De esa manera pude escapar de Creta. ----------...