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Mostrando entradas de marzo, 2021

Seguiré tus pasos

  Seguiré tus pasos. CARE SANTOS Una mujer sube una escalera. Declina la década de los ochenta y se encuentra en Barcelona: barrio de Gracia, calle Verdi, la casa está en la esquina con la calle del Rubí. Ha llegado hasta aquí para cumplir el encargo de una amiga querida que vive lejos. Buscaba una tienda de comestibles que había en el bajo pero en su lugar ha topado con una zapatería. Ha regresado dos veces hasta conseguir hablar con la dueña, porque cuando preguntó a la dependienta no le supo decir nada. Buscaba a Cristina Bermúdez, la propietaria de la tienda de comestibles que antes había en este local. Hoy ha sabido que hace unos meses la tienda se vendió, pero que la anterior propietaria ha conservado el piso, que está justo encima. Por eso la mujer sube la escalera, que es estrecha y blanca. Lleva una carta para Cristina Bermúdez. Llama a la puerta del primero y sale a abrir una chica joven —le calcula quince o dieciséis años— y rubia. —Hola, reina. ¿Puedo ver a tu madre? —¿...

Nueva identidad

 Por Eva Fernández No era mi vocación ser lo que soy ahora.   Esto en lo que me han transformado. Los humanos siempre dicen que la vida es lo que pasa mientras tu haces otros planes…   Trataré de explicarme mejor. Hace cuarenta y tantos años una mujer y su hija pequeña aparecieron en mi tienda y me adoptaron.   Pasé a formar parte del ajuar de la joven.   Por entonces ra una sábana preciosa de algodón inmaculadamente blanca, que junto a mis compañeras, la sábana encimera y las fundas de almohada, vestiríamos su cama matrimonial, abrigaríamos su cuerpo y el de su marido, y pasaríamos a formar parte de su vida cotidiana.   Ese era el plan. Pero nada ocurrió según lo previsto.   Al parecer, nuestra calidad era demasiado buena.   La cama siempre estaba vestida con sábanas más corrientes; de flores, de rayas, unas marrones con topos blancos bastante feas traídas de un viaje… Así que fuimos relegadas al fondo del armario ropero, resignadas a amarill...

La Mascarilla ( La sonrisa oculta)

  ¡Hacía tanto tiempo que no acudías a un concierto en el Auditorio…!                                        Te ilusionaba volver a ver y oír a los   chicos de la J.O.N.D.E., que con tanto entusiasmo tocan, sobre todo la percusión. Habías sacado las entradas de platea con mucha antelación, ya que el aforo estaba restringido. Las medidas anticovid , debido a la pandemia, seguían siendo extremas: toma de temperatura al entrar en el recinto, distancia de seguridad y, por supuesto, el uso permanente de mascarilla. Al traspasar la puerta de entrada y acceder al vestíbulo, en fila de uno, percibes un ambiente muy distinto del habitual y bastante desolador. El bar, que suele estar siempre bullicioso, ahora está cerrado. No hay corrillos de conocidos saludándose o acercándose a recoger los programa...

LA MASCARILLA

                                      LA MASCARILLA         Me dabas miedo. Te conocí ocultando la cara de veteranos médicos en frios quirófanos. También escondistes detrás   de ti , pendencieros de dudosas intenciones en oscuras calles de la ciudad. Al- guna vez me acompañabas en situaciones y lugares comprometidos. Transmitías   miedo y nunca creí que te necesitaría. Pero un quince de marzo empezó nuestra con- vivencia permanente y necesaria.   Llegaste   azul y   elegante. La vida era un universo de personas anónimas que se cruzan sin recono- cerse, ocultos sus rostros y apagadas sus sonrisas. Eras el escudo ante un enemigo desconocido y letal. Fuimos inseparables   y cómplices. Me protegiste y fueron, las   tuyas, las únicas c...