LA
MASCARILLA
Me
dabas miedo. Te conocí ocultando la cara de veteranos médicos en frios
quirófanos. También
escondistes
detrás de ti , pendencieros de dudosas
intenciones en oscuras calles de la ciudad. Al-
guna
vez me acompañabas en situaciones y lugares comprometidos.
Transmitías miedo y nunca creí que te necesitaría. Pero
un quince de marzo empezó nuestra con-
vivencia
permanente y necesaria.
Llegaste azul y
elegante. La vida era un universo de personas anónimas que se cruzan sin
recono-
cerse,
ocultos sus rostros y apagadas sus sonrisas. Eras el escudo ante un enemigo
desconocido y
letal.
Fuimos inseparables y cómplices. Me
protegiste y fueron, las tuyas, las
únicas caricias posi-
bles.
Te hiciste presumida y sabías de tu poder.
Rosa
o azul, roja o negra, quizás blanca, pero siempre compañera. Tapaste bocas y
narices, dejan-
do
libre la belleza y el sentimiento que las miradas transmitían. Te aferraste a
mí y yo me agarre a
ti.
Vivimos la tristeza de lo desconocido porque sufrías la verdad de cada uno.
Fuimos compañeros
de
una vida que me daba miedo. Te necesité y siempre te encontré. Tu existencia
efímera era causa
de
mi larga vida. No me dejaste besar ni expresar sueños de amistad. Me oculté
tras de ti, preso de
necesitarte.
Hoy
te lo agradezco. Hemos atravesado un mar profundo de invisibles peligros. Ya no
me das mie-
do.
Compartimos la vida y juntos caminamos hacía el mañana. Contigo no me ven reir
aunque lo sientan y no me ven hablar aunque me oyen. Te necesito amiga, ya no
me das miedo.
Cuando
los ojos ven pero no conocen y los abrazos se han prohibido, el alma siente la
soledad de los amores que se ahogan en los silencios del miedo.
Si
un día te olvido, llora por mí. Si ya no te busco, llora por mí. El camino es
largo, pero hasta enton-
ces, gracias MASCARILLA.
Jesusañaños
2021
Me ha gustado mucho.
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