Domingo, media hora antes de la misa de doce. Mosen Nicolás recorre la sacristía de la iglesia de San Pedro a grandes y rápidas zancadas que provocan un revuelo en su sotana. Está impaciente y su enojo le hace fruncir el ceño. Por fin, aparece Pepín, todo sudoroso y sonrojado. -¡Por los clavos de Cristo! ¿Se puede saber dónde te has metido desde que terminó la misa de ocho?, - exclama el mosen al tiempo que le da un pescozón. - Me lo tendrás que explicar y prepárate para una buena penitencia. Ahora no hay tiempo. Venga, ¿a qué esperas? Ayúdame con la casulla, y tú adecéntate un poco, que se diría que has pasado por un lodazal. Y a ver si te esmeras más en el servicio del altar, que siempre estás en babia y tocas la campanilla a destiempo. Señor, Señor, ¿qué habré hecho yo para merecer esto?_ murmura para sus adentros mientras Pepín intenta recolocarse la sobrepelliz sobre la sotana roja y esconder bajo ella ...
Relatos de los cursos de Escritura Creativa del C.C. Teodoro Sanchez Punter y de la Sala 2 del C.C. Salvador Allende