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Mostrando entradas de abril, 2018

La vieja fórmula

por Miguel Angel Marín Yo, Felipe II de Castilla, me muero. Desde la frialdad de este Monasterio del Escorial, en las noches de vigilia consciente y dolorida, repaso mi vida y hago balance. Tantos seres queridos muertos: esposas, hermanos, hijos. Tanta sangre derramada en vano. Tanto esfuerzo para nada. -         Mi pobre Catalina Micaela, mi dulce niña. -         La Armada Invencible, ja. Y me viene a la memoria aquella vieja fórmula: “Nos, que somos tanto como vos y todos juntos más que vos, os hacemos rey de Aragón, si juráis los fueros y si no, no.” Los juré, sí, pero no los respeté. La política. Y aquí me hallo al fin. Desahuciado, solo, postrado en el lecho por estos terribles dolores. Pero aun peor es estar infestado por estas llagas purulentas, por estas úlceras asquerosas, por este olor putrefacto y fétido que anticipa la descomposición de...

Figura en la nieve

por Miguel Angel Marín Solo oigo el cris-cras de mis pasos sobre la nieve y el ulular del viento. Vuelvo del cementerio por el camino encajonado entre montículos de nieve sucia. Voy encorvada, las manos entumecidas por el frío y los pies con sabañones. El paisaje, desolado. Solo unas briznas pugnan por mantenerse entre los hielos. Los árboles, pelados.  Desde que murió he estado viniendo a verlo, a hablar con él a menudo. ¿Que si creo que me escucha? Me figuro que no, pero me da igual. Es mi forma de recordarlo, de echarlo de menos. Le vengo a contar mis cosas. Así voy superando su ausencia, mi soledad. Con lo que yo te quería. Tantas veces que te perdoné. A pesar de tus desprecios, de tu maltrato, de tus engaños. Te mostrabas cariñoso conmigo un día y me hacías sentir especial, feliz y te lo perdonaba todo. Pero eso se acabó. No voy a volver más. Recorro este camino por última vez. Y todo por la chica. Por Juliette. Hoy me he despachado a gusto. Me he vaci...

La mirada de Leonor

Por Eva Fernández Los amplios ventanales del Palacio están abiertos, los visillos ondean como velas blancas bajo los pesados cortinajes de tela brocada, se escucha el sonido del viento entre los cipreses de los jardines, y a mis pequeños reír y corretear con sus amas de cría y sus doncellas. Lo que no esperaba ver es a esos monjes en el jardín.  Estoy en mi recámara, haciéndome la última prueba del vestido de gala para el retrato que me está haciendo Bronzino, el pintor de la corte…  Qué tedio posar de nuevo, pero es una forma de dar a conocer nuestro poder y el mecenazgo del ducado. Si no somos queridos en Florencia, al menos, que nos respeten, nos admiren, y, -si es necesario-, que nos teman. Acabamos de mudarnos al Palacio Pitti, y mi esposo, el duque Cosme I de Medici, ya ha encargado numerosas reformas, que, naturalmente, deberé supervisar, a pesar de estar de nuevo encinta, y de tener programado un nuevo viaje a Nápoles, pues no debemos descuidar nue...

La entrevista

por Miguel Angel Marín Anabel, al final, la encontró. Se trataba de una casa antigua de dos plantas y jardín descuidado, situada en el extremo oriental de una decadente urbanización, a las afueras de Berlín. “El muy idiota va y me cita en su casa.”  Tras llamar al timbre salió a recibirle el ama de llaves, una teutona enorme de mediana edad, que le habló en alemán.  “Vaya, no contaba con ésta.” -           Soy Anabel Sánchez, periodista de LIFE. Estoy citada con el profesor Arriaga para una entrevista – contestó en español. La sirvienta la escaneó mentalmente. Mujer joven, veintitantos, alta, vestida con ropa alternativa y vistosa, pelo de colores, moderna. Una expresión mal disimulada de desagrado se reflejó en su cara, pero la hizo pasar a una salita, indicándole por señas que esperase. La habitación era oscura, decorada con muebles de madera maciza, poco ventilada y repleta de libros por toda...

MISTRAL

Por Eva Fernández Arturo – que se había pasado más de media vida en tierra- siempre había soñado con el mar.  Así que cuando se jubiló hace cinco años decidió aprender a navegar. Primero se sacó el título de patrón de yate, y luego el de capitán.  No le resultó fácil.  Tuvo que echarle muchas horas, la trigonometría se le atragantó y el inglés le quitó el sueño más de una noche,  pero consiguió el título a la primera.          El año pasado se compró un velero con casi todos sus ahorros, y como dice la canción “ cogió sus cosas y se puso a navegar ”.  El barco y el están en pleno idilio, acostumbrándose cada uno a las manías del otro. Es un viejo velero, de la clase Neptune, de 8 metros de eslora, vendido por sus antiguos propietarios a precio de saldo, porque se han hecho mayores y ya no pueden navegar como antes.   Al cerrar la compraventa, con los ojos vidriosos,el antiguo propietario le dijo, estrechándole la mano...