EL ABRIGO DE ASTRACAN
- Pues alguien lo tiene que tener no
desaparece así por las buenas-Miré a
Toñi que se molestó.
-
A mí no me mires, se lo pedí y no me lo dio y ahí acabó todo.
Mari,
propuso una solución.
-No
vamos a discutir por un abrigo, cuando las joyas que tienen más valor nos las
repartimos estando todos de acuerdo. Quién lo tenga le da apuro decirlo, somos
hermanos, y podemos solucionarlo sin discutir ni enfadarnos. A mí me tiene sin
cuidado el abrigo de marras. Pero podemos
dar una solución, tenerlo cada año una de nosotras.
-Con
tantos hermanos que somos, cuando le toque a la última ya estará viejo y pasado
de moda-contesté veloz.
-Se
sortea,-agregó Amelia.
-Por
cierto todavía no ha llegado ni el Pepi ni Herminio. ¿Quién se encargó de
avisar a Herminio?
-El
Pepi, como siempre. Este Herminio desde que murió mamá no le hemos visto el
pelo, ni sabemos nada de su vida. Que desentrañado. –contestó Mari.
-¡Mira! Exclamé, por ahí aparece el Pepi. Nos
saludamos y preguntamos por el hermano ausente.
-Me
dijo que se retrasaría un poco.
-Estábamos
hablando del abrigo de astracán de mamá, que no tenemos ni idea de dónde ha
podido parar. Nos volvemos hacia la entrada del bar y nos quedamos como
atragantados y sin respiración, yo fui la que no pude callarme. ¡Coño! Herminio
con tacones de aguja, medias de encaje su buen bolso y el abrigo de astracán.
Qué bien! Relato nuevo...
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