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2/2/22 (Sala 2)

 

Por Eva Fernández

“Cuando José Manuel vio bailar el auricular en la pantalla de su teléfono móvil aún no sabía que su hija había muerto.

-Diga- contestó.

- Hola, Jose-saludó Pepe, el padre de su ex; el abuelo de Desiree, con voz apagada. Era raro que llamara- ¿Dónde estás?

- Trabajando.  – Respondió José Manuel, seco.  No había muy buen rollo, la verdad. La relación con Ana María era muy tensa, más desde que estaban pleiteando por la custodia de la nena -¿Qué pasa?

- La niña, está muy malita. Ven. –Imploró el viejo.

- La nena está muerta.- Aulló la abuela.

(…)”

Hoy es 2 del 2 del 22.  Han pasado dos años y pico.  Desiree tendría nueve.  

Maika Serrano, la periodista de sucesos desplazada hasta Pontevedra para cubrir el juicio, levanta la vista de su portátil y fija su mirada en la cristalera del SalaDos, la cafetería que se ha convertido en su oficina improvisada.  Al otro lado de la plaza, el imponente palacio que alberga la Audiencia Provincial templa su ánimo; “Tranquila, aquí estoy; soy de piedra.  No voy a moverme, ella no saldrá indemne de aquí”-le susurran las antiguas losas sillares.

Sin embargo, la redactora no tiene un buen día.  El cursor avanza y retrocede veloz por la pantalla iluminada de su portátil intentando darle vida a la declaración del padre de la niña, para enviar una crónica decente al periódico.  El editor no para de mandarle whatsapp.  Si no lo envía pronto, se quedará fuera de la edición.  Y la noticia, fresca hoy, será papel mojado mañana.    

Se ha enfriado el café solo, que acompaña con una banderilla.

- Amargo y ácido, como la vida. - Piensa. Tiene el estómago revuelto.

- Claro, con esa mezcla…- Le diría su madre.  

Pero no. Una arcada trepa por su garganta.  Como todas las mañanas desde hace dos semanas.  Desde que se acostó con aquel chico, …

-No sé si es buena idea, -había dicho él.

Un pensamiento fugaz pasa por la mente de Maika… ¿Y si?

“SALA 2. DE LO PENAL” reza el cartel situado encima de la puerta doble de madera por donde entraban los jurados y el abogado que formaba parte del jurado popular.

En este país todo es igual. -Piensa- Una pátina de democracia, pero dirigida.  No vaya a ser que los ciudadanos no sepan qué decidir… No vayamos a tener un patinazo… Otro Casado.  Otro Chiquiliquatre 

La lluvia golpea los cristales.  Clama justicia.

Maika observa desde un banco del fondo del Tribunal. 

La acusada, cabizbaja, sentada al lado de su abogada, parece ensimismada, ida. “Seguro que va hasta las trancas de Tramazol, las pastillas que alega que Desi tomó por error.”-Piensa Maika.

El abogado que preside el jurado se levanta de su asiento y se dirige al juez.

-          Culpable. – Anuncia a la Sala con voz atona, clara, sin titubeos.

Un suspiro colectivo arropa a José Manuel.  El aire se vuelve respirable de repente.

Maika observa el movimiento convulsivo de los hombros incapaces de ocultar el llanto quedo, avergonzado, del padre.

El Juez dictará Sentencia mañana.  

-Prisión permanente revisable, -sisean las hojas de los plataneros mecidas por el viento.

El viento amaina.  El cielo llora, calmado ahora.  

Maika aprieta el boli con tanta fuerza que se clava las uñas en la palma de la mano.  Ahoga una nausea incipiente, una punzada en el vientre la dobla en dos.  Sale disparada hacia el baño.  Sentada en el inodoro saca su teléfono móvil del bolsillo, adjunta el archivo “Sala 2_2_22” al contacto “Emilio Edición” y pulsa enviar.

 Le ha venido la regla.  Se alegra, un poco. No sabe muy bien por qué. Puta vida.

 

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