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Conversación

por Miguel Angel Marín


Paseaba ensimismado por Fernando el Católico, cerca de la plaza de San Francisco, cuando me adelantaron dos chicas jóvenes, una rubia y otra morena, que iban hablando de sus cosas. Aceleré un poco el paso, me coloqué justo detrás de ellas y con disimulo escuché lo que decían.

-          ¿Hasta cuándo tienes contrato? - preguntó la morena de pelo largo.
-          Hasta el día 28. - contestó la rubia.
-          Jopé. ¿Y qué vas a hacer luego?
-          Estoy esperando que me llamen de un par de sitios, pero no tengo muchas esperanzas.
-          Mujer, ya saldrá algo.- dijo la morena con poca convicción
-          No lo sé. – contestó la rubia, abatida.
-          ¿Y aquello que me contaste de cocinera en un bar?
-          Nada. Era sin contrato, pagaban una miseria, tenía que ir todos los días y además el dueño me miraba raro. El muy baboso.
-          Pues vaya.
-          Pero con Joaquín, bien ¿no?
-          Sí, pero ya veremos.
-          ¿Y eso?
-          Nos queremos y tal, pero tengo ahorros para aguantar tres meses, nada más. Si no consigo curro no voy a estar de mantenida.
-          ¿Pero él sí tiene trabajo, no?
-          Sí. En Telepizza. Ya ves. Apenas nos llega para pagar el alquiler.
-          Bah, que sí, que algo te saldrá.
-          Ya. Pero si no me sale, tendré que volver con mis viejos.
-          ¿Después de la bronca que tuvisteis?
-          ¿Y qué quieres que haga? Aunque les joda soy su hija. No voy a vivir debajo de un puente…O eso, o me meto puta. Ja.
-          Pues vaya plan.
-          Sí. Estoy jodida.

La morena pareció darse cuenta de que las espiaba. Se volvió y me echó una mirada furibunda. Puse pies en polvorosa.

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