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Mostrando entradas de octubre, 2019

El Hombre Araña

Por Eva Fernández El Hombre Araña esperaba sentado en la fuente de mármol seca blanca que había dentro de la oficina. Le llamábamos así porque llevaba una telaraña tatuada en el cráneo rapado que le ocupaba media cabeza y le bajaba por el hombro derecho hasta la muñeca. A mí, en particular, me causaba miedo y fascinación a partes iguales.   Cuando llegaba, la sala de espera de la oficina del paro, normalmente bulliciosa, se volvía silenciosa de repente.   Venía a cobrar el subsidio de desempleo al que los presos tienen derecho si no tienen recursos económicos cuando salen de prisión.   Tenía pinta de líder. Como el Malamadre de Celda 211. Los demás presos venían en grupos, quedaban y acudían juntos, como para protegerse de un papeleo que no entendían. Este no.   Alberto Jimenez Clavería, -alias Hombre araña- venía solo. Piernas abiertas, brazos cruzados.   Mirada desafiante. Su estrategia era alborotar, amedrentar al gallinero, para que le atendié...

El gurú

por Miguel Angel Marín Al principio me pareció un gilipollas. Uno de esos iluminados con una alegría botarate y que hablaba como un manual de autoayuda. Decía cosas como: “La vida es un regalo. Disfrútala.” “Vivimos inmersos en una enorme obra de arte. Cada instante es único y hermoso. Aprécialo.” Victoria y yo estábamos de viaje por Norteamérica. De mochileros, como solíamos. Nos hablaron maravillas de un gurú que vivía al pie de una montaña, en comunión con la naturaleza. Estaba cerca de allí, así que decidimos ir a visitarlo. Tras recorrer campos de maíz que parecían no tener fin, llegamos hasta donde residía. Nos sorprendió porque no se trataba de un santón de esos, anciano, que se visten con cuatro harapos, que tienen la piel apergaminada y viven en una cueva. No. Era un hombre joven, de apariencia sana, incluso atractivo, que vestía con sencillez,   una camiseta gris limpia y unos pantalones cómodos. Habitaba una casita pequeña pero arreglada, sin lujos, pero s...

La llamada

por Miguel Ángel Marín Nulia nació con dos marcas en la piel: una con forma de media luna y otra en forma de “v”. La pequeña creció feliz, aunque huérfana y esclava, jugando en las estancias de una mansión elegante, refinada y repleta de verdes jardines, propiedad del procónsul Tiberius y que estaba situada en la ciudad de Turna, en el planeta Ceres, capital del imperio Romuliano.  Sonó el teléfono. Aquella llamada iba a cambiarme la vida.  A los trece años Nulia fue prestada por primera vez para amenizar la velada de un invitado de su amo. El favorecido, un senador gordo, calvo, de gruesos labios y mirada libidinosa se relamía cuando se la presentaron. En cuanto los dejaron a solas arrancó sin miramientos los ropajes de la muchacha y la poseyó salvajemente. Incapaz de moverse por el peso de aquel enorme y sudoroso cuerpo, mientras el senador empujaba y jadeaba sobre ella, Nulia sintió asco e impotencia y en su mente despertó el ansia de la liberación y la ven...

Olivia y el tigre

Por Eva Fernández El 19 de octubre de 2009, mientras Olivia Rueda  trabajaba, un tigre saltó dentro de su cabeza y devoró sus habilidades de comunicación. La dejó sin lenguaje.     El zarpazo le había provocado un derrame del que no parecía que fuera a recuperarse, –le informó el médico a su marido.  Cuando el doctor salió de la habitación, un hada enfermera le preguntó: –         ¿Tiene hijos? Ella fue la primera que hizo magia. Acertó al descubrir que los niños y él serían el hechizo que la despertaría del sueño.   Sin embargo, el cuento acababa de empezar. Porque, aunque el felino acechaba, ella tenía un don, era contadora de historias.  Solo que antes, las contaba en imágenes, como realizadora de documentales de Tv3.  Además, siempre llevaba un diario consigo, en el que anotaba sus proyectos, los diseños de las camisetas de sus hijos, los colores de la tipografía de las entradill...

Jet lag

Por Eva Fernández Coges tu maleta y abandonas la casa que ha sido tu hogar los últimos cinco años.  Dejas atrás un trabajo que te encanta, a tus amigos y a tus pececitos, Napoleón y Josefina, que tendrán que aprender a vivir con la familia mexicana de María. Hace un año ya que Pedro te pide que vuelvas, que las vacaciones no son suficiente, y en la oficina te han dado un ultimátum… O te mudas definitivamente a Nueva York o regresas a Barcelona. Marcas su número. –         Cariño, acabo de aterrizar.  Si, no te preocupes, cojo un taxi y nos vemos en casa, no, no vengas, que llueve a mares y el tráfico estará imposible. Seguro que Pedro se había olvidado de a qué hora llegaba tu avión.  Tienes jet lag, y encima te ha venido la regla, como siempre que tienes que viajar.  Hija, tienes unos ovarios… La cabeza te va a estallar.  Si tomas algo a lo mejor cuando llegues no te verán con ese careto,...

Nexus

por Miguel Ángel Marín Había llegado tarde. A pesar de que había ordenado poner el motor, un propulsor a efecto hall, a su máxima potencia, cuando alcanzamos la nebulosa del Anillo, en la constelación de Lira, el satélite artificial Nexus, ya no estaba allí. En su lugar había un gran espacio negro en el que el gas y el polvo interestelar eran muy abundantes y se habían formado nubes heladas. ¿Qué habría pasado? ¿Dónde se encontraba aquel enorme objeto artificial?  — Desplegad sondas en todas las direcciones — ordené. El teniente Suyoky, un asiático treintañero y la contramaestre Ruberts, una afroamericana algo mayor, me miraron preocupados. No era para menos. Esperábamos abastecernos en dicho lugar. La estación más próxima estaba a 75 parsecs, inalcanzable para nosotros sin repostar. — Señor, las sondas ZB26, XY18 y MQ6 envían unas lecturas interesantes. — dijo     Ruberts.  — No se trata de la estación, pero señalan un pequeño pl...