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La carta

por Miguel Angel Marín

El hombre de la gabardina metió el sobre en el buzón. Acto seguido cogió el autobús a Barcelona. Allí fue al aeropuerto. Compró un billete a Praga. Utilizó una documentación falsa. Pagó en metálico. 

Eran las 7:15 de la mañana. Carol se había despedido de él apenas 10 minutos antes para ir al trabajo. Paul remoloneaba entre las sábanas. Hoy no tenía que madrugar. Todavía conservaba el regusto de los besos y el sabor de la piel de su amante en su boca. 

Sonó el teléfono.
-          ¿Diga?
-          ¡Paul, han descubierto las escuchas! – chilló Carlos-
-          El comisario Beltranejo va tras tu pista, desaparece, rápido.- Y colgó.

Saltó de la cama, se vistió con lo primero que encontró, cogió la bolsa negra que guardaba para la ocasión y salió zumbando del apartamento de Carol. Cogió un autobús hasta la otra punta de la ciudad. Entró en un bar y pidió un café. Respiró dos o tres veces profundamente intentando serenarse. El corazón golpeaba con fuerza.

-          Calma. Tengo que pensar – dijo en voz baja para sí.

Si no me han detenido ya todavía puedo escapar. Gracias al aviso de Carlos todavía puedo salvarme. Pobre Carlos, que mal lo va a pasar. No volver por mi piso. Abandonar el coche. No utilizar las tarjetas. Salir del país. Y despedirme de Carol. Garabateó la siguiente nota:


Adiós cariño. Esto es una despedida. Olvídame. Lo siento mucho. No volveré. No puedo decirte a dónde voy, si lo supieras te lo sonsacarían. Te interrogarán. Gracias a Dios tú no sabes nada, así que nada podrás decirles. He de confesarte que te he mentido en todo menos en que te amo. Siempre te amaré. No me llamo Paul, ni soy inglés, ni trabajo para una editorial. Lo que yo hago es un trabajo más peligroso. Me han descubierto y por eso tengo que huir, para salvar la vida. No intentes encontrarme, sería inútil. Lamento mucho el daño que te estoy haciendo y las incomodidades que pasarás por mi culpa. Créeme que si pudiera evitarlo, lo haría. Yo nunca podré olvidarte pero tú tendrás que hacerlo. Siempre recordaré Bratislava.

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