Por Pilar Bastarós Rita, la enfermera de mirada dulce, me precedió por el pasillo acristalado hasta el despacho del director. — Pase, pase, Nikita, siéntese. Le estaba esperando. ¿Cómo se encuentra hoy? Tiene buen aspecto… Me acomodé en el sillón que me señalaba y por toda respuesta me encogí de hombros. El Doctor Meller, director del psiquiátrico, no me caía nada bien. A decir verdad, sus almibarados ademanes y su fingida solicitud me producían cierta repugnancia. Ignorando mi poco receptiva actitud, continuó: — Quería verlo , además de interesarme por su bienestar, porque quería comentarle algo que estoy seguro le agradará. No sé si es conocedor de la existencia de un piano en la sala de recreación. Normalmente, si no está presente algún cuidador, la mantenemos cerrada para evitar usos indebidos, pero quiero decirle que está a su entera disposición; no tiene más que pedírmelo.Le vendría muy bien volver a tocar, estoy convencido de que sería para usted la terapia más a...
Relatos de los cursos de Escritura Creativa del C.C. Teodoro Sanchez Punter y de la Sala 2 del C.C. Salvador Allende