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Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2019

El último concierto

Por Pilar Bastarós Rita, la enfermera de mirada dulce, me precedió por el pasillo acristalado hasta el despacho del director. — Pase, pase, Nikita, siéntese. Le estaba esperando. ¿Cómo se encuentra hoy? Tiene buen aspecto… Me acomodé en el sillón que me señalaba y por toda respuesta me encogí de hombros. El Doctor Meller, director del psiquiátrico, no me caía nada bien. A decir verdad, sus almibarados ademanes y su fingida solicitud me producían cierta repugnancia. Ignorando mi poco receptiva actitud, continuó: — Quería verlo ,  además de interesarme por su bienestar, porque quería comentarle algo que estoy seguro le agradará. No sé si es conocedor de la existencia de un piano en la sala de recreación. Normalmente, si no está presente algún cuidador, la mantenemos cerrada para evitar usos indebidos, pero quiero decirle que está a su entera disposición; no tiene más que pedírmelo.Le vendría muy bien volver a tocar, estoy convencido de que sería para usted la terapia más a...

Miedo

por Miguel Angel Marín  Cuando desperté, me hallaba en una sala circular, blanca inmaculada, sin ventanas. Unos fluorescentes de luz lechosa refulgían. ¿Dónde me encontraba? La sala no tenía ningún tipo de decoración. Se veía vacía por completo. Parecía un enorme quirófano desnudo. Sentí que tenía que salir de allí. No sabía la razón. La fuerte luz quemaba mis ojos. Entornados éstos y ayudado por mis manos busqué una salida. Encontré una puerta disimulada en la pared. Conseguí abrirla empujando hacia dentro. Daba a una escalera de caracol que se hundía entre tinieblas. Me decidí a seguirla. Cada peldaño que bajaba la oscuridad aumentaba. La escalera terminó en un espacio amplio. Estaba todo en silencio, oscuro y húmedo. Quizá una gruta. Avancé despacio. De pronto un sonido tenue. Como de aleteo. Noté que algo rozaba mi rostro. No se veía nada. Una pequeña chispa de luz surgió de pronto. ¡Estaba rodeado de murciélagos! Otra vez oscuridad. El corazón a mil. Durante el breve de...

Las chapas

por Miguel Angel Marín Marc paseaba aburrido, las manos en los bolsillos del pantalón corto, por el centro comercial. Los mismos escaparates de siempre, gente que viene y va. Entró en una tienda de lencería. Sostenes, bragas…bah, ya no le hacían tanta gracia. Y entonces lo vio. Era un niño menor que él, de unos cinco años. Rubito, blandito, con cara de bueno. Lo tenía visto del cole. Le ponía enfermo. Iba con su madre. Esperó. Cuando su madre se metió al probador y lo dejó solo, se le acercó. –         Hola – le dijo. –         Hola – le contestó el pequeño Bob con aquellos ojos azules, casi transparentes. –         ¿Vas a San Michael, verdad? Yo también. –         Sí. Te he visto por el recreo. –         Mira lo que tengo – y le enseño unas chapas de refrescos y de cervezas que lle...

El señor de las moscas

Me despierto sobresaltado. Laura aún duerme, vuelta hacia la ventana, así que me levanto sin hacer ruido.    Los niños también están dormidos.    Hoy no se mueve ni el perro. Y encima se ha ido la luz… - Pues no me voy a duchar a oscuras y con el agua fría.- Murmuro con fastidio. Tampoco me puedo hacer el desayuno. Me asomo a la terraza de la cocina, mientras mojo una magdalena en el café frío de ayer.    Asqueroso.    Lo tiro por la fregadera.    Las farolas    están apagadas, la luz rosada del amanecer disfraza una extraña quietud. El ascensor tampoco funciona, no debe de haber corriente en todo el bloque. Pensando que no podré subir la puerta del garaje, decido no coger el coche y bajo por las escaleras.     En el portal, además de la basura y de las hojas que siempre se arremolinan esquivo unas cuantas moscas muertas. Tendré que ir a trabajar en autobús, vaya mierda.- Pienso.-    Pero antes...

El cachorrillo

por Miguel Angel Marín —   Esta vez se ha pasado. ¡Como lo coja, lo mato! — gritaba Luis con los ojos enrojecidos por el llanto, mientras sostenía con delicadeza el cuerpo inerte del cachorrillo. Fuera de sí, comenzó la persecución de Fernando por todas las estancias del caserón. No atendía a razones y sus parientes, aterrorizados, se apartaban de su camino por miedo a que los avasallara. Luis había tenido mucha paciencia hasta ahora. Tenía fama de ser una persona tranquila, equilibrada, algo dado a la melancolía, buena gente. Fernando, por el contrario, era más impulsivo, extrovertido y oscuro. No está claro si por envidia hacia el agradable Luis, querido por todos, o por pura maldad, siempre había intentado fastidiarle.   De pequeños le escondía las cosas. Más cuanto más le gustaban. Como aquel Exin-Castillos con el que tanto se entretenía y que desapareció   de buenas a primeras y nunca más se supo. Sabía que había sido Fernando, siempre lo e...

La esquela

Por Eva Fernández -No soy mala, es que me han dibujado así.-   Eso respondía Jessica en ¿Quién engaño a Roger Rabbit?, una famosa película de los noventa para justificar su personaje de mujer fatal. Así, salvando las distancias, se sentía ahora Aurora, sin poder evitar llorar.   En realidad, no sabía si lloraba porque estaba cortando cebolla, o si se había puesto a cortar cebolla para tener una excusa para llorar. Todo había empezado esa mañana; tras recoger el desayuno de Manuel se dispuso a hojear el periódico que el ya había leído, como todos los días.   Y ahí estaba, la esquela: Primer aniversario de D. Isidro Fernández Pérez Vecino de Zaragoza, Fallecido el 11 de marzo de 2018, a los 68 años de edad. Sus hermanas, Carmen y Pilar; hijos, Alfonso y Maite; nietos, Mario, Marcos, Lucía y Andrea, sobrinos y demás familia y amigos ruegan una oración por su alma y la asistencia al funeral de aniversario que se celebrará en la Parroquia del Carmen el próx...

Francisca

por Miguel Angel Marín Francisca se despierta temprano con el camisón arrugado y la boca pastosa por los años devorados. Se coloca la dentadura postiza y se viste con una bata gris. Desayuna en la cocina un café clarito con galletas acompañada por su marido Agustín. Mastica despacio, la dentadura le molesta en las encías. -           Hoy hace frío. Ponte la bufanda beige. Trajina luego por la casa: hace las camas, barre los cuartos, limpia el polvo, friega el pasillo, ordena la ropa. Solo baja a la calle un momento a comprar el pan. Come frugalmente y después de echar una mini siesta se pone a tejer el jersey que le está haciendo a su nieta Alba. Su hijo Agustinico, le ayuda sujetando la madeja. -           No te preocupes, cariño, el año que viene las ventas irán mejor. Ya lo verás. Tobi, el perrillo de aguas, los mira somnoliento. Su hija Leonor está en ...