Esperaba en la puerta, nerviosa, impaciente, un poco aturdida en este tiempo de distancias. El alta era a las doce, faltaba media hora. Empezó a gotear y se cobijo bajo las escaleras de urgencias. Allí enfrente de la puerta que se abría y cerraba en un concierto continúo, los mundos se cruzaban. Una mujer con su bebé en brazos sale de un taxi y con cara de angustia entra a recepción. Una madre con un gemelo en cada mano salen alborotando contentos de respirar aire fresco. El padre detrás con dos bolsas al hombro que imagina de un alta reciente. Once cuarenta y cinco en su reloj, pasos inestables por la acera. Un niño en carrito empujado por la abuela sale llorando, se cruza con un repartidor que lleva un centro de orquídeas blancas y violetas, anuncio de buenas noticias, sonríe con tristeza. Una sirena rompe el equilibrio, se acerca rápida, aparca en la rampa de urgencias y cierra los ojos…respira dolor a través de su mascarilla. Hoy una FP2, protección máxima sobre todo para ellas. Mira la puerta y allí están los tres. Su hija abrazando el arrullo que ella le ha bordado para su nieta. Una cabecita asoma dormida. Instante de vacío por ese abrazo imposible. Las mascarillas ocultan el gesto de tristeza e impotencia. La resignación asoma en lágrimas de emoción contenida durante los últimos meses de embarazo y dolor y angustia en los últimos días. Un parto lento y largo que acabó con una cesárea de urgencia. Si en el hospital se hizo difícil, la espera fuera era insoportable.
Esa llegada anunciada en navidad con tanta alegría y que la familia recibió con esperanza tras varios intentos fallidos, se llenó de incertidumbre y cuidados extremos.
Los corazones palpitan mientras se
acercan con mimo, sus miradas se funden en frágiles sonrisas. Mira a su nieta con
ternura. Las pantallas no transmiten la suavidad de esa piel recién estrenada.
¡Que daría por estrujar en un abrazo a su hija y cobijar en su pecho a su
nieta! Ha aprendido a esperar…solo un poco más. Mientras se meten en el taxi,
un tímido arcoíris se adivina en el cielo.
Pilar Algás Pardos
24 septiembre 2020
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