Por Eva Fernández Para él tampoco había sido fácil. Toda la vida juntos, conocía cada curva de su cuerpo, cada gesto, cada frase que decía, y últimamente, cada reproche, cada suspiro… Aun así siempre la querría. Aunque fuera de otra manera, era la madre de sus hijos, la única que le recordaba las citas con el médico y los cumpleaños y sabía porqué le gustaba tanto Cat Stevens. Se había propuesto contener el llanto a toda costa, así que en vez de despedirse con un abrazo o acariciarle el pelo como le habría gustado se dieron un frío apretón de manos, como dos extraños. Al parecer, es lo que serían a partir de ahora. El apartamento alquilado estaba vacío, oscuro y la humedad dibujaba manchas en las paredes y los techos. Los muelles del somier rechinaban y el eco de las pisadas le recordaba que estaba solo, así que se dispuso a deshacer el equipaje, para no pensar. Tras colgar su ropa en el armario, colocar los libros y los discos en la...
Relatos de los cursos de Escritura Creativa del C.C. Teodoro Sanchez Punter y de la Sala 2 del C.C. Salvador Allende