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AGUA Y POLLO

Por Eva Fernández

Me preparé un baño caliente.  Casi no recuerdo la sensación de abrir un grifo y que salga agua, pero intento imaginármelo.  Desde la terrible sequía de 2030, las restricciones han sido constantes y la tecnología se ha ido adaptando al cambio climático, claro. Ya no hay grifos, sino aspersores, de los que brota una sustancia espumosa llamada bruma, que permite limpiarse pero que casi no moja. La última moda es calentar la bañera mediante una resistencia interna, para la clase acomodada claro, o las termas públicas, para el resto.  Yo me envuelvo en una toalla caliente después de tomar una ducha de bruma en el baño comunitario.  
El sonido del agua ha pasado a formar parte del imaginario colectivo, aunque, paradójicamente, la tierra sea un planeta más azul que nunca. Solo que el agua disponible es salada, debido a la desaparición de los polos.  Los habitantes costeros se bañan en el mar, o se han mudado a islas flotantes, que sustituyen a las inundadas con el deshielo.  
Desde la ventana de mi casa, -  en la estratosfera, sin gravedad, para moverme con soltura con mi cadera artificial, - veo los restos del planeta azul, al que ya no volveré.

Salgo del baño y me preparo la comida.  Saco un sobre de sopa de pollo y lo vierto en un cazo sobre la plataforma de inducción.  Es comida liofilizada, como la de los antiguos astronautas. Cierro los ojos. ¿Cuándo fue la última vez que vi un animal? Vivo, no recuerdo.  Muerto, a lo mejor desde 2040. La comida es sintética. Los seres vivos que hemos sobrevivido nos hemos tenido que adaptar al calentamiento global, pero las migraciones en busca de agua son habituales. ¡Si la abuela levantara la cabeza! Nos compraba pollitos de colores en el mercadillo de los jueves, durante las vacaciones de verano, cada año uno, que regalaba a un nieto distinto, y los llamaba a todos Cocinero, porque los engordaba en  otoño y los guisaba para el cumpleaños del abuelo, para Navidad. Creo  que mi hermana  inauguró la tradición. Abuela, pensarías que el mundo se ha vuelto loco

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