por Miguel Angel Marín Me encuentro tranquilo viendo la televisión, mientras María, mi mujer, lee el periódico en la otra esquina del sofá, cuando empiezo a notar ese cosquilleo especial que tan bien conozco. Salgo disparado y me encierro en el baño. Ya estamos otra vez. Elena es mi hermana melliza. Siempre hemos estado muy unidos. De niños éramos inseparables. En nuestros juegos construíamos un espacio aparte del resto del mundo y no dejábamos entrar en él a nadie. Una tarde ocurrió algo asombroso, montando en bici me rompí una pierna. Ella, en casa, sintió el mismo dolor que yo. Con la adolescencia nuestros cuerpos cambiaron. Eso nos alejó un poco el uno del otro. Ella fue tornando de sus formas infantiles a las de una mujer bellísima. Le crecieron los pechos, se le ensancharon las caderas y se le alargaron las piernas. Yo, contemplaba su evolución fascinado. Sufría de deseo cada vez que pasaba a mi lado con su melena rubia y su blusa ajustada y podía ol...
Relatos de los cursos de Escritura Creativa del C.C. Teodoro Sanchez Punter y de la Sala 2 del C.C. Salvador Allende