Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2019

La conexión

por Miguel Angel Marín Me encuentro tranquilo viendo la televisión, mientras María, mi mujer, lee el periódico en la otra esquina del sofá, cuando empiezo a notar ese cosquilleo especial que tan bien conozco. Salgo disparado y me encierro en el baño. Ya estamos otra vez.  Elena es mi hermana melliza. Siempre hemos estado muy unidos. De niños éramos inseparables. En nuestros juegos construíamos un espacio aparte del resto del mundo y no dejábamos entrar en él a nadie. Una tarde ocurrió algo asombroso, montando en bici me rompí una pierna. Ella, en casa, sintió el mismo dolor que yo.  Con la adolescencia nuestros cuerpos cambiaron. Eso nos alejó un poco el uno del otro. Ella fue tornando de sus formas infantiles a las de una mujer bellísima. Le crecieron los pechos, se le ensancharon las caderas y se le alargaron las piernas. Yo, contemplaba su evolución fascinado. Sufría de deseo cada vez que pasaba a mi lado con su melena rubia y su blusa ajustada y podía ol...

Tormenta de verano

Por Eva Fernández Abro el voluminoso paquete y me encuentro el lienzo con una mujer de espaldas a una ventana, con el vestido medio desabrochado y su reflejo en el suelo, que parece mojado… Cae al suelo una tarjeta.   Solo pone: Nunca olvidaré este verano.   Tiene pegada una llave, la de la casa de Juan… No puedo evitar recordar aquel día, me pilló la tormenta desprevenida, cruzando el parque.   No había donde resguardarse así que con las sandalias de tacón en la mano y descalza empecé a correr. Llegué a casa hecha una sopa, con los pies embarrados, el ligero vestido chorreando y el pelo pegado a la cara. Rebuscaba las llaves en el laberinto de mi bolso cuando una voz conocida a mi espalda me sobresaltó: -           No te preocupes, ya abro yo. Era Juan, mi vecino de arriba. Me aparté que abriera y me dejó pasar.   Se adelantó para abrir también el ascensor, y le dejé pasar yo. Estaba tan empa...

Me registro los bolsillos desiertos

por Miguel Angel Marín Me registro los bolsillos desiertos buscando retazos de mi vida pasada, el aroma de los días vividos, aquel patio, aquella ensenada. Intento recordar las lágrimas derramadas, el sabor amargo del anhelo perdido el adiós prematuro de mi abuelo, el desprecio de una desalmada. Busco el eco de antiguas alegrías de la infancia, los amaneceres, la melodía   de las viejas canciones, el dulce tacto de las pieles deseadas. Me registro los bolsillos desiertos con estas mis manos desgastadas, encallecidas, cuarteadas, pero solo hallo, ¡ay de mí!, una oquedad abandonada. Y entonces me pregunto: ¿quién soy yo?, ¿quién era yo? El viento me responde: no importa, eres como todos, menos que nada, solo polvo de estrellas olvidadas.

NACÍ PARA PUTA O PAYASO

Por Eva Fernández Nací para puta o payaso, ya no me hace gracia, si no hay amor ni risa, no salen flores del sombrero Nací para esquivar el foco, pero cuando me miras brillo, me aparto de la luz, me escondo. Nací para esperar que vuelvas, mas cuando llamas cuelgo, si es a la puerta, entra, aún está abierta.

A última hora de la tarde

por Miguel Angel Marín A última hora de la tarde, en un tugurio de barrio, espeso, de olor agrio y pobremente iluminado, se encuentran tres personas. Cosme, con su chaquetón militar raído y su gorra mugrienta, que no se quita nunca, está comiendo cacahuetes y tomando coñac. Antonio, el dueño del bar, un hombre grande ya mayor, que parece cansado, seca un vaso con un trapo viejo. Hay también un hombre canoso sentado al fondo de la barra bebiendo en silencio, perdido en sus pensamientos. —      Antonio, ponme otra. —      Llevas muchas y no quiero líos. ¿Ya tienes con qué pagarlas? Ya sabes que yo no fío. Como toda respuesta, le enseña un billete de 20. El último dinero que le queda. Antonio, resoplando, le sirve otra copa del brandy barato que toma. —      Y, ¿por qué bebes hoy, Cosme? — le pregunta mientras se la llena. —      Psa…Ese es el problema, ¿sabes? La bebida es un fin en sí...

Mala educación

Por Eva Fernández Chema se había levantado el sábado a las 7 de la mañana para sacar de cocheras el bús.   A las 7 y media de la tarde, a punto de terminar el segundo turno, en la parada de Gran Vía Salzillo se subió una chica discutiendo a voz en grito por su móvil. -           Disculpa,   se te ha olvidao pasar a pagar, -le dijo Chema, con sorna. -           Sí, yo te pago ahora. -           Y si eres tan amable, las disputas en el ámbito privado.- Le pidió. -           Pero es que a mí, si me da la gana, esto es público. -           No, no, aquí estamos… -           Si a mí me da la gana hablar por el móvil, hablo, ¿cómo que no?- interrumpió ella. -       ...