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Mostrando entradas de noviembre, 2019

Todo al 15 negro

Por Eva Fernández Daniel Salvatierra entró en el salón de juego con paso decidido. Cambió el dinero por las fichas, y se dirigió atento a la mesa de la ruleta, sopesando la posibilidad de que esa fuera la última vez. La rueda de la fortuna le recibió con su baile circular, ajena a la veintena larga de ojos ávidos de que se parara en el sitio donde estaban depositadas sus ilusiones e indiferente a los negros pensamientos de Salvatierra.  La bola bailaba despreocupada, y acariciaba las casillas    en su coreografía, provocando suspiros, lamentos y risas en el público entregado. La croupier saludó a Daniel con una    leve inclinación de cabeza.   Todos en el casino le conocían, dejaba buenas propinas y era un jugador habitual, prudente, educado.    No levantaba sospechas, unas veces ganaba, otras no. Sin embargo, esa noche una niebla invisible flotaba en el ambiente.    Era su última noche en Francia, había liquidado su cuenta c...

Baza ganadora

por Miguel Angel Marín Hace una tarde infernal. El sol se escondió hace mucho detrás de unas nubes oscuras y amenazadoras. A ratos cae una llovizna fría, inhumana, desagradable. Ramiro pasea embozado con su largo abrigo y su bufanda gris. El tedio, ese cáncer persistente, cala sus huesos. Casi sin darse cuenta se encamina hacia el casino. Un edificio neoclásico, oscuro por fuera, emerge en el paseo. Una vez dentro, todo es oropel, boato. Lámparas de araña, alfombras coloridas y polvorientas, muebles de caoba, servicio exquisito. Ocupa su lugar en una partida de cartas. A su derecha, el conde de no sé qué, un anciano de mirada mezquina y manos artríticas. A su izquierda el marqués de no sé cuánto, un hombre altísimo y delgado de cara pálida y nariz afilada. No hace el esfuerzo de recordar sus nombres, para qué, las conexiones neuronales solo serían más alimento para los gusanos que han de venir. Le saludan afectuosos, no en vano son sus mejores amigos. Ramiro solo se permite un...

Borracho ruso.

Por Andrea Sanz. Tras horas de juegos y mala suerte, gasté mi última moneda en una máquina tragaperras con la esperanza de poder recuperar algo de todo lo que me había gastado. Lo último que me esperaba es que los 3 diamantes de aquella maquina se juntaran, haciendo que miles de luces empezaran a iluminarla acompañadas por un sonoro ruido indicando que había ganado el gran premio. Nada más ni nada menos que 5.200.000€. No podía creerlo, ¡me había vuelto millonario! ¡eso había que celebrarlo! Por lo que como podía permitírmelo, invité a todo el casino a una ronda de lo que quisieran. -           ¡Que viva la suerte, la vida y el dinero! – Grité mientras me tomaba un chupito. Como era de imaginar, todos empezaron a aplaudirme por lo generoso que había sido con ellos. Eso o me aplaudían porque querían ser invitados nuevamente a una ronda gratis, no lo sé. La cuestión es que esa noche yo era el centro de atención del casino. U...

Amistad.

Por Andrea Sanz. Después de 20 largos años de amistad, había llegado el momento de despedirnos. No me hacía a la idea de que nos fuéramos a separar después de tanto tiempo. No me hacía a la idea de vivir en países diferentes ni de no saber cuándo sería la próxima vez que nos veríamos. Si es que había una próxima. Era algo que ya sabíamos que pasaría tarde o temprano. Ella siempre me decía: “Algún día me tendré que marchar. Como dice mi madre, el destino está escrito y mi destino es fuera de España, buscándome la vida para encontrar mi verdadera vocación.” Y yo siempre le contestaba vacilona: “Si sí, el destino está escrito, pero yo tengo tipex.” pensando que realmente ese día nunca llegaría. Pero toda esperanza desapareció cuando le salió un trabajo en Canadá como traumatóloga. Parecía que después de tantos años estudiando la carrera de medicina, al fin había encontrado algo en condiciones y que le apasionaba. Obviamente me alegraba por ella. Era más que mi mejor amiga, e...

Último día.

Por Andrea Sanz. La mañana del 13 de marzo de 2017, Álvaro se despertaría sin saber que ese sería el último día de su vida. Como todos los días, Álvaro seguía su rutina mañanera. Se levantaba de la cama, iba a la cocina, picoteaba algo para desayunar, se vestía y cogía el coche para ir a trabajar. Tras salir del trabajo, tenía como costumbre ir a tomar algo con sus compañeros para celebrar el fin de jornada de ese día. Y lo siguiente que hacía era ir a casa de su novia a pasar la tarde con ella. Esa era su rutina de todos los días. Pero, aquel 13 de Marzo, lo que lo hacía diferente del resto de los demás días era, que iba a tener el valor para pedirle a Cristina, su novia, que se casase con él. Después de pedirle la mano a sus padres y de mirar en cientos de joyerías en busca del anillo perfecto, ya tenía todo pensado para que ese día fuera perfecto. Iría a trabajar, les diría a sus compañeros que no podía quedarse a tomar nada con ellos, iría a la joyería a por el anil...

Objetivo conseguido.

Por Andrea Sanz. Ya está. Por fin lo he conseguido. Después de cuatro largos y duros años de trabajo y sufrimiento, por fin he conseguido cumplir mi meta. Al fin he podido… Bueno esperar, antes de haceros spoiler de porque estoy tan contenta, voy a empezar desde el principio. Remontémonos a hace unos 15 años más o menos, cuando tenía 5-6 años. Yo de pequeña fantaseaba mucho. Me encantaba crear historias en mi cabeza y plasmarlas todas en un cuaderno o un ordenador. De normal cogía personajes que ya existían como la Barbie o alguna princesa Disney y me inventaba su historia. Cambiaba por completo todo el argumento y la trama original y la hacía a mi gusto y semejanza. Era algo que me divertía mucho y sobre todo era mi vía de escape para aquellos días y/o semanas que pasaba ingresada en un hospital. Pocos años después, dejé de cambiar historias de personajes ya existentes y empecé a crear mis propios relatos, personajes y argumentos.  Aunque seguía escribiendo historias de...

Bella y Bestia.

Por Andrea Sanz. Cogí mi maleta y abandoné mi casa. No podía aguantar toda aquella situación. Tenía que huir de esa bestia y esa era la noche indicada. Por lo que a las 3 de la mañana de un 7 de mayo, me fui. Dejad que os cuente mi historia. Todo comenzó un 30 de Mayo cuando me casé con David, un chico que era majo, atento, cariñoso, dulce… O eso creía yo, porque en realidad no sabía con quién me estaba casando. Yo feliz de mí, me casé con él con la esperanza de formar una familia y tener una vida tranquila. Realmente lo amaba, por eso aquel día dije "Si, quiero casarme contigo" Pero que tonta fui. David no era lo que aparentaba. Era... era horrible. “¿Por qué?” os preguntaréis. Lo diré sin rodeos. David me pegaba. Todo empezó un día en mitad de una tonta discusión, donde estábamos peleando por tener hijos. Yo quería ser madre y él se negaba a tener que hacerse cargo de un bebé. Todo ocurrió muy rápido, estábamos discutiendo, todo fue a más y... A David se...

Buzón vacío.

Por Andrea Sanz. Todas las mañanas, Don miraba el buzón, pero nunca había carta de ella. No habrá tenido tiempo, se decía. Apenado, regresaba a su casa pensando en lo mucho que la echaba de menos y lo triste que se sentía por no haber recibido nada. -                      Señor Don, ¿de dónde viene? – Le preguntó su cuidadora. -                      De la calle, necesitaba revisar el buzón. -                      ¿Otra vez? – Le preguntó entristecida. -                      Sí. Quería comprobar si mi esposa me había escrito o mandado alguna postal, pero supongo que su visita a...

Relato cruzado: ¿La suerte está echada?

Por Eva Fernández (y Jesús Añaños) 22   de diciembre de 2019.   Pablo no podía creer su mala suerte.   Turno de 12 horas, de los que ya no hacen los veteranos.   − Un caso de extrema gravedad−le explica el Jefe de Urgencias− El médico titular no se atreve solo con la intervención.   Es un ictus fulminante y masivo. −Como el gordo de Navidad pero al revés−pensó Pablo. Y, como todo es susceptible de empeorar, al leer la ficha del paciente, toda su vida pasó por delante de sus ojos. Era Luis Dávila, su antiguo amigo primero, amante de su mujer después, y padrastro de sus hijos ahora… No se sentía capaz de afrontar algo así. Cuando salió del quirófano ya era 23 de diciembre.   Se quitó el gorro, la mascarilla y la bata y los arrojó con rabia a la papelera.   Le pidió al otro cirujano, Alberto, que fuera él el que le diera la noticia a la familia.   A su exmujer, Elena.   Observó, cobarde, tras el cristal traslúcido como ella se tapa...

Entrecruzadas

por Miguel A. Marín (y Pilar Bastarós) —      Esto es una bazofia—dijo Cleonte dando un manotazo al plato de lentejas y tirándolas por el suelo. —      Me deslomo a trabajar para traer un jornal a esta casa y solo recibo caras largas y esta porquería de comida. Anais se agachó para recoger el estropicio. Cleonte aprovechó para empujarla y tirarla al suelo. —      Por tu culpa lo perdí todo…Tú y tu estúpido hijo— dijo acercándose al pequeño amenazadoramente. Anais se incorporó de un salto, cogió un cuchillo y   se interpuso entre él y Priamo. —      Ni se te ocurra. Si lo tocas, te mato. Cleonte la miró con cara de desprecio, se dio la vuelta y salió de casa dando un portazo. Adela Coscojuela, que así se llamaba la clienta de Evaristo, entró un día en su despacho pisando fuerte sobre unos tacones infinitos, enfundada en un llamativo abrigo de leopardo, maquillaje excesivo y abu...