Por Andrea Sanz.
Tras horas de juegos y mala suerte, gasté mi última moneda
en una máquina tragaperras con la esperanza de poder recuperar algo de todo lo
que me había gastado. Lo último que me esperaba es que los 3 diamantes de
aquella maquina se juntaran, haciendo que miles de luces empezaran a iluminarla
acompañadas por un sonoro ruido indicando que había ganado el gran premio. Nada
más ni nada menos que 5.200.000€.
No podía creerlo, ¡me había vuelto millonario! ¡eso había
que celebrarlo! Por lo que como podía permitírmelo, invité a todo el casino a
una ronda de lo que quisieran.
-
¡Que viva la suerte, la vida y el dinero! –
Grité mientras me tomaba un chupito. Como era de imaginar, todos empezaron a aplaudirme
por lo generoso que había sido con ellos. Eso o me aplaudían porque querían ser
invitados nuevamente a una ronda gratis, no lo sé. La cuestión es que esa noche
yo era el centro de atención del casino.
Un par de horas después y muchas copas de por medio, me di
cuenta que me estaba fundiendo todo el dinero en el mismo lugar que lo había
ganado, por lo que con 500.000€ menos, cobré el cheque del premio y me fui a
casa.
Pero… yo seguía con ganas de fiesta, de diversión, de
suerte. ¿Qué podía hacer? ¿Invitar a varias chicas de compañía para pasar una
noche “mágica”? No, aunque eso sonaba
tentador y seguramente muy divertido, no era el tipo de diversión que buscaba. ¿Entonces,
que podía hacer?
Mientras meditaba tumbado en el sofá las pocas ideas que se
me ocurrían, fijé la vista en mi portátil que estaba en la mesita del salón, y
entonces se me encendió la bombilla. Se me ocurrió la idea perfecta que juntaba
diversión, alcohol y poner a prueba mi suerte.
¿Qué se me había ocurrido? O mejor dicho, ¿qué iba a hacer?
Coger el ordenador, encenderlo y hacer un directo en
internet con gente ajena a mí para que me propusieran todo tipo de retos. Y eso
hice.
Al principio del directo solo éramos 4 gatos contaos y los
retos que me proponían eran demasiado aburridos. Pero según iba avanzando la
noche más gente se iba conectando al directo y más retos iban apareciendo.
Que sí cuélgate de la lámpara del techo y aguanta 30
segundos. Que sí llama al 061 para una emergencia falsa. Que sí haz un mortal
hacia atrás… Mil retos y todos entretenidos, aunque algunos dolorosos porque ya
tenía una edad para estar haciendo acrobacias.
-
Gracias personas anónimas por hacer esta noche
tan divertida, pero va siendo hora de… - Me estaba despidiendo cuando un último
reto llamó mi atención. – Bueno bueno bueno, parece que aun voy a hacer un último
reto. Esperad, ahora vuelvo, quiero acabar el directo por todo lo alto y con el
mejor reto de todos.
Me levanté del sofá, fui al antiguo despacho de mi padre,
cogí su revólver supuestamente escondido y volví nuevamente con mis
espectadores.
-
Bueno, como último reto voy a hacer caso a
arqueroloco26 y voy a jugar a la ruleta rusa apretando 3 veces el gatillo. Como
el reto dice, si no muero en los 3 intentos, gano mi vida. Y si muero, como el
dinero no lo podré utilizar, me pide que lo done. Por lo que, dejando este
vídeo como prueba, si muero ahora, quiero que los 4.700.000€ que he ganado esta
noche vayan destinados a la fundación pequeño deseo. Dicho esto, vamos allá.
Me levanté del sofá, eché la pantalla del ordenador hacía
atrás para que enfocara hacia arriba y metí una bala en el revólver.
-
Bueno, vamos allá. – Dije mientras giraba el
tambor y colocaba el cañón de la pistola en mi sien. – Desearme suerte.
Sin miedo y con el pensamiento de “la suerte esta de mi
lado” apreté el gatillo… << Dios ¡que subidón! >> pensé cuando vi
que no me había pasado nada. Con la adrenalina en mi cuerpo, apreté nuevamente
el gatillo sin pensar en nada. Y nuevamente, salí indemne de aquella situación.
-
Bueno chicos, parece que esto se acaba porque
solo queda un disparo y parece que está es mi noche. – Dije sonriéndoles.
De nuevo, coloqué el cañón en mi sien y apreté el gatillo
sin miedo… Pero esta vez no salí ileso. Ya sabéis lo que dicen, a la tercera va
la vencida.
Vale, es cierto, puede que muriera por gilipollas, pero el
lado positivo de mi muerte es que al menos el dinero iba a ser utilizado para
una buena causa.
¡Muy bien!
ResponderEliminar