Por Mª Pilar Usar Cuando salí a la calle, después de una semana confinada. Fui a comprar comida. La tristeza presidia todo el entorno. Todos íbamos con mascarilla, gafas, gorros, guantes, botas. Me llamaron por mi nombre, me volví y vislumbré con dificultad que era una vecina. Hola, hice el gesto con la mano, de lejos, la fila del supermercado en la calle, era larga, guardábamos las distancias de un metro. Nadie hablaba, a veces con los ojos y un gesto de alzar los hombros era una comunicación, como diciendo “Esto es lo que hay, aguantar” ¿Qué vamos a hacer? Pasábamos cuando otros salían, todo matemático, tres salían, tres entrábamos. Adentro todos deprisa, cómo si nos esperara algo mejor que no fuera nuestro encierro. Silencio absoluto, nadie se paraba a echar una charradica. Los carros llenos, así ya no teníamos que volver en una semana. La casa era nuestro refugio seguro, no un castigo, nuestra protección. La calle silenciosa también, apenas un coche, desolación. Me ...
Relatos de los cursos de Escritura Creativa del C.C. Teodoro Sanchez Punter y de la Sala 2 del C.C. Salvador Allende