LA MONTAÑA
¡HELP! Grito mientras
la avalancha de nieve me arrastra hacia un fin desconocido. No puedo hacer nada. La montaña que tantas veces me amenazó hoy me envuelve en
sus entrañas. No sé si alguien llegará a rescatarme. Difícil. Mucha nieve. Mucho espacio. Mucho tiempo.
Siempre asumí el riesgo de disfrutar el mundo a siete mil metros de altura. Quizá me quedan cuatro o
cinco minutos de vida. Pasaré a formar parte del paisaje como otros amigos. El destino, amigo y compañero,
hoy es inhumano y cruel.
Nunca he podido olvidar aquél adiós dibujado en su sonrisa.
Un montañero siempre quiere, si puede, morir en la montaña. Yo, hoy, también. Lamento el dolor que dejo. Mi familia, mis amigos, vendrán a
la montaña para preguntar dónde estoy. Nadie les contestará. Me buscarán, me llorarán y me recordarán,
como yo lo hago ahora.
-Es la última vez que voy, dije al iniciar el viaje y
despedirme de mis hijos Paula y Jacob. Ellos sabían que no sería así.
“En el lugar donde desapareció su padre,
debido al mayor deshielo de la nieve, han encontrado trés cadáveres desconocidos. Uno podría
ser su padre.”
Inicio
un viaje rápido al encuentro de lo imposible. Aunque tengo prisa, el viejo tren de madera avanza lento y ruidoso.
Ocupados todos los asientos, la gente, de pie, viste coloridos vestidos que el
tiempo ha mancillado. Viven felices su
mundo de necesidades. No tienen nada
pero cogen la felicidad de la
esperanza de un mañana mejor. Me ayudan con el equipaje. Sonríen y quieren compartir
su manzana ya mordida. Muestran su universo de sentimientos que tanto me cuesta encontrar. Los
inmensos bosques verdes me acompañan camino del puesto militar. Las
altas hierbas se mueven
esbeltas al ritmo de los fuertes vientos. La lluvia, ahora torrencial, pinta un
paisaje imperial.
Intento
quitarme la nieve de encima y no puedo. El alud ha sido indomable. Quiero
respirar pero me falta el aire. Moriré sin permiso de Paula ni de Jacob. Tal
vez no tengo derecho a morir, pero ésta vez no he elegido yo. Percibo mis pies congelados y también mis
manos. Mis ojos se cierran y somnoliento, adivino que mi oscuridad
es el comienzo de la noche eterna El frio, el color, el silencio. Todo me
encierra en mi largo viaje.Siempre
es pronto para morir, pero hoy pudo no ser. Un minuto más tarde o cincuenta
metros a la derecha Sólo
era eso.
No
hay próximo nada. Todo termina ahora. Ojala mi cuerpo se funda con la montaña
formando parte de ella.
Estoy
cerca de mi destino. Se oye el silencio de los colores del paisaje. La nieve me
acompaña y me guía
como guardián de mi vida. Los árboles tienen miedo de crecer allí arriba y,
sólo, alguna flor desafía
al sol en éste manto blanco.
Dos
guardias, jóvenes y sonrientes, me toman mi ADN para comparar.
-¿Hay
algún objeto que pueda identificar? Me pregunta el más alto mientras me ofrece
unas galletas.
-Gracias.
No reconozco ninguno
-Dentro
de dos días sabremos el resultado. Buenas tardes.
Esperaré.
Contemplo un cielo lleno de estrellas que siento cerca de mí. También la luna
proyecta su luz
para guiar a otros alpinistas, iluminando la montaña. La veo lejana pero
desafiante, traidora pero atractiva.
Enamora a todos y luego, creo, se queda con los mejores.
Pero
mañana te arrebataré a mi padre. Me pertenece.
Jesús
añaños 2019
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