CONFESION
Marc vivía solo. Sin parientes desde los diez años, creció
con su abuelo hasta los treinta años. A la muerte de éste,siempre estuvo sólo en su casa. Así lo quería.
Quedó huérfano cuando sus padres murieron en el incendio de
su antigua casa. Vio y conoció al autor del incendio. Lo recuerda como si su memoria fuese una fotografía
fija de aquel instante. Fidel vestía
pantalón beig oscuro de tres bolsillos
con camisa de cuadros verdes. Calzaba botas negras de trabajo y llegó con su
furgoneta .
Rápido, nervioso y desafiante, cerró por fuera la puerta de la casa y prendió fuego.
Murieron sus padres, vendieron la finca y así se pudo construir el parque Temático de
ocio que tanto ha enriquecido a sus propietarios. Marc nunca pudo olvidar.
Había visto posteriormente a Fidel que siempre creyó que no hubo testigos de su vandalismo. Error. Pagaría
por ello.
Marc era guarda
personal de Políticos y personalidades. Su dominio del inglés y el árabe le
permitían acompañar a los Primeros Ministros. Amaba su profesión.
Ayer trece de agosto se han cumplido treinta años de la
muerte de mis padres. Nadie fue declarado culpable y la resolución fue de accidente involuntario.
Hoy le he pedido al párroco confesión. Muy extrañado, se ha
alegrado de que volviese a la Iglesia.
-“Padre, quiero confesar la
muerte de un vecino que va a suceder en los próximos días”, dijo
fríamente Marc. Yo seré el autor.
-Perplejo y asustado Bernardo, el cura, le pidió reflexión y explicaciones por tan dramática confesión. ¿Cuándo nace en ti tanto odio?
-Va a morir la
persona que mató a mis padres, le contesté. Nadie lo podrá impedir, dijo
recordándole alguno de sus sermones que predicaba.
El odio
aparece como antipatía y aversión a alguien que te ha humillado. Crea un
sentimiento negativo que desea el mal
e incluso la muerte del sujeto odiado. Provoca violencia y engendra venganza. Y
ésta es la respuesta que se emprende contra
una acción que se percibe como mala. Supone una compens agravio recibido. La ley de Talión ya nos
habla del ojo por ojo. Y siempre, la
venganza se justifica necesaria cuando falla
la justicia.
-No solucionas ningún problema y es posible que te crees uno
personal, reaccionó Bernardo. Tienes que desistir. No debes tener miedo a perdonar y vivir en paz
-A mi nadie me preguntó, respondió Marc. Fidel no pensó en
mis padres. No merece vivir. Perdóneme Padre.
-No, no tienes perdón.
Marc abandonó el confesionario. No escuchó la absolución ni
besó el crucifijo. Tampoco miró al cura. Estuvo con sus amigos y se despidió de ellos. Era su último sábado juntos.
Al día siguiente viajaría a Africa para colaborar con una ONG. Abrazó efusivamente a Marta y con un “hasta
siempre” se marchó.
Llegó a casa y cerrando la puerta se dirigió al sótano. De
un cajón escondido sacó doce piezas metálicas diferentes que, con destreza las montó y convirtió en un rifle de
precisión. Los días anteriores estuvo en el bosque practicando y calibrándolo milimétricamente.
Quienes le conocían sabían de su capacidad para hacer blanco
desde quinientos metros en una moneda de un dolar. Pero no conocían que tenía la misma puntería y
precisión hasta los mil quinientos metros. Premeditadamente, en los controles
mensuales, siempre fallaba en blancos a mil metros. Era su secreto y su
salvación.
Puso las piezas en una mochila con una sola bala. Si
fallaba, quizás se salvase Fidel.
Mañana domingo pronosticaban lluvia pero no le preocupaba.
Sabía que Fidel estaría solo en la casa de la montaña. Siempre iba el primero y unas dos horas más tarde
llegaría su familia.
Un gran roble fué su
ubicación. Eran mil doscientos ochenta metros. No importaba. Se escondió en el frondos árbol, donde también se ocultó de algún circustancial testigo. Las ardillas se asustaron, los pájaros volaron y las hormigas, cuando estuvo inmóvil, subieron por su espalda.
Las hojas no dejaron pasar el sol,
creando un espacio amplio, sombrío y silencioso. La trayectoria del disparo
fue limpia y directa. Las flores vieron
pasar la muerte tan rápida como cruel. Otros animales escaparon y se escondieron después del impacto. El proyectil va más rápido que el sonido. Los perros ladraron cuando la muerta ya había
llegado.
Fidel murió antes de sorprenderse. Su alma, en el fondo, tal
vez llevaba años preparada para este final.
Jesus añaños 2019
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