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CEREMONIA FINAL

por CLF

Colgó el teléfono sin despedirse. No podía decir nada. Acababa de sufrir un golpe certero en el corazón. Se quedó inmóvil, junto al teléfono, paralizada por la noticia y por la forma de recibirla. Ni siquiera podía llorar. El “ya no te quiero” que acababa de oír retumbaba en su cabeza. Debería estar prohibido decir algo así por teléfono. ¿Podían ser esas cuatro palabras el final de su historia de amor, de treinta maravillosos años juntos? Sin explicaciones, sin argumentos. Así era Marcos. Y por eso lo quería. “Los sentimientos no atienden a razones”, le dijo en una ocasión.

En cualquier momento, entraría por la puerta para hacer las maletas e irse para siempre. Se preguntó si podría soportarlo. Tal vez, al verlo, le daría un ataque de histeria o peor aún, se desharía en un mar de lágrimas. Eso no podía pasar. Los recuerdos son una parte importante de nuestra vida y Marcos no podía verla rota. No, no se rompería.

Se había dicho a sí misma que no se rompería y, antes de que él llegara, se preparó una taza de rooibos para estar tranquila. Recordó los momentos mas importantes de su vida juntos, el nacimiento de Olga y mas tarde,  el de Alberto. Ahora ya son mayores, les costará pero lo comprenderán.

Se había dicho a sí misma que no se rompería pero no estaba segura de conseguirlo. Nunca había pasado por un trance semejante. Cuando murió su madre fue duro pero estaba Marcos para ayudarla a superar el duelo. Él siempre había estado ahí, aunque fuera lejos, en alguno de sus viajes de trabajo. Hoy sería la última vez que lo vería regresar y partir al mismo tiempo, esta vez para siempre.


Se había dicho a sí misma que no se rompería pero las piernas le habían empezado a temblar al oír la llave en la cerradura de la puerta. Tenía que ir al baño, se quedaría allí hasta encontrarse con fuerzas para verlo.

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